Los tres amigos
¿Andarán dos juntos,
Si no estuvieren de acuerdo? (Amós 3:3)
-Cuida a tus compañeros…
La voz del Señor resonó en mi corazón.
-Cuida a tus compañeros- me volvió decir- pues el camino es largo y no deberías ir solo…
Alguien dijo alguna vez que “si queremos ir rápido debemos ir solos, pero si queremos llegar lejos tendremos que ir acompañados”.
El primer y gran compañero que debemos llevar con nosotros es Dios, es el principal aliado en nuestra vida, lo necesitamos más aun que nosotros a nosotros mismos. Sin Dios nuestro caminar carece de sentido, nuestro propósito se hace efímero y nuestro andar una total vacuidad. El primer gran descubrimiento en esta vida es sin duda Dios, y que Él puede ser nuestro mejor compañero; y en Él saber que no solo respiramos, que no solo ocupamos un espacio, si no también que hay un propósito para nuestras vidas, hay un “algo” que nos impulsa hay un Dios que nos indica el camino y que no estamos aquí por casualidad, que no somos el fruto del azar hay un destino claro y bien definido para tu vida hecho por el propio arquitecto del universo. Tu vida tiene un sentido, y ese sentido se halla en Dios. Él es tu primer y principal compañero del camino. Si lo encuentras, como los caminantes de Emaús dile; Quédate Señor, ya se hace tarde (Lucas 24:29). Invítalo a tu vida, invítalo a tu corazón. Se dice que existen dos tremendos momento importantes en nuestra vida uno es el día que nacemos y el otro es el día que sabemos para que hemos nacido y ese saber se encuentra en Dios.
Yo te quisiera hablar solo de tres compañeros importantes para nuestras vidas. Como dije el primer lugar lo ocupa Dios, y es incambiable, no transferible, no negociable. Dios es el centro de nuestras vidas, si Dios nada de lo demás tendría sentido, quita a Dios y su lugar, y todo pronto se desmoronará. Dios es, y debe ser, el primer y principal gran compañero de nuestras vidas.
El segundo compañero es importantísimo también, muchos no se dan cuenta de él hasta que lo pierden y luego se lamentan. A este compañero se lo ha maltratado, se lo ha lastimado, se lo ha malherido con palabras y miradas feas, y aun se lo ha tratado de cambiar por otro porque le tenemos desprecio; y, aunque nos acompaña desde el momento mismo de nuestra gestación, parecemos no saber escucharle cuando habla, aunque a veces lo hace a gritos y con dolor. El segundo compañero es nuestro cuerpo, solo tenemos uno en esta tierra y muchas veces no lo cuidamos, no descansamos lo suficiente, no lo alimentamos bien y lo esforzamos hasta sus límites pidiéndole más y más por intentar lograr tantas cosas que ciertamente no las podremos disfrutar completamente si es que no tenemos salud. Alguien dijo “quien hoy no cuida de su salud, mañana tendrá que cuidar de su enfermedad”. Cuida tu cuerpo, come sano, un poco de gimnasia no está mal, duerme lo suficiente, cuídate, valórate, amate, Dios te creó una persona maravillosa, única e irrepetible.
Entre los miles de millones eres único, nadie habla como vos, nadie mira como vos, nadie es como vos, tu eres único en este tiempo y luego que ya no estés no habrá otro igual ti, eres un milagro de Dios formidable y maravilloso eres único y especial. Este es tu tiempo, no lo desperdicies, como le dijo Mardoqueo a Ester “Para esta hora has llegado…” (Ester 4:14)
Podríamos quizás seguir de manera interminable, pero solo continuare con una compañía más.
El tercer importante compañero.
De nada sirve llegar si llegamos solos, Dios nos creo para compartir lo que disfrutamos, lo que nos gusta, lo que nos hace felices y aun la vida misma, como dice el slogan: “la vida compartida es mejor”.
Esto es verdad pues no se puede disfrutar de la vida plenamente, solos. La alegría no es completa, salvo raras excepciones, necesitamos compartir nuestros logros y aun dividir nuestras tristezas para que estas se hagan más soportables. Hoy la soledad es un flagelo, nos impulsan los logros y nos olvidamos de nuestros compañeros del camino queremos ir rápido y muchas veces nuestra familia nos retrasa, y queremos deshacernos de ella, queremos lograr algo y nuestros hijos son pequeños necesitan que aminoremos el paso, ellos nos necesitan nuestra esposa o esposo nos necesita. Sí, pero me retrasa todo lo que podría lograr todo lo que puedo hacer. Y es así que muchos valores se han cambiado debemos amar a las personas y usar las cosas, pero sin embargo muchos aman las cosas y usan a las personas.
Hace unos años atrás resonó la voz de Dios en mi corazón;
-Cuida a tus compañeros del camino…
Tres compañeros importantes, hay mas, pero solo estos tres para pensar.
El primero Dios.
Luego nuestro cuerpo, o nuestra salud.
Y el tercero nuestra familia. Pues de nada sirve llegar si llegamos solos, de nada sirve llegar si nos deshicimos de nuestras esposas y esposos, y de nada sirven nuestros logros si pasados los años llegamos a ser unos desconocidos para nuestros hijos.
Cuida a tus compañeros del camino, con cariño pastor Leonardo Blanco, Sauce, Corrientes,
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