Los once días
Deuteronomio capitulo 1 verso 2
“Once jornadas hay desde Horeb,
camino del monte de Seir, hasta Cades-Barnea.
Verso 3 Y aconteció que a los
cuarenta años…
¿Cómo es que
los días se transforman en semanas, las semanas en meses y los meses en años?
Comienza el
libro de Deuteronomio en el capitulo uno en el verso dos diciendo que “once
jornadas” es decir que solo once días separaba a los israelitas de que,
caminando, llegaran a la tierra prometida. Esto está de acuerdo con lo que
creen también varios teólogos conforme a la ruta más directa hacia la tierra de
Canaán. El problema está en el versículo siguiente, el cual sin mediar
explicación dice “y aconteció que a los cuarenta años…” (Dt. 1:3).
¿Qué? ¿De
qué me perdí en el transcurso?
Es decir, no
se retrasaron un día, o dos, o bueno un mes. O tal vez alguien caminaba muy, y
quiero decir muuuy lento…
Pero ¿cómo
pueden transformarse solo once días en ¡Cuarenta años!?
No hay forma
diría alguien.
Pero la
verdad es que ellos lo hicieron.
Cuando ellos
llegan a la tierra prometida, al borde de Canaán, a los once días, como
calcularon. Antes de entrar envían doce espías, doce príncipes a que reconozcan
la tierra (Números 13).
Los doce
recorren Canaán (como espías) durante cuarenta días y vuelven a los campamentos
de Israel trayendo su informe. Y vaya que lo trajeron.
“…Y hablaron
mal a los hijos de Israel…Diciendo:..ES TIERRA QUE TRAGA A SUS MORADORES…”
(Núm. 13:32)
Entonces el
pueblo lloró…
Lloró toda
la noche, lloró, gritó y dio voces (Núm. 14) Y la sentencia fue dada.
Números
14:34
“Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades
cuarenta años, un año por cada día…”
…Un año por
cada día.
Un año de
deambular por el desierto, por cada día que reconocieron la tierra y que no
creyeron que Dios podía dárselas.
Un año por
cada día.
Un año por
cada día que les falto la fe. Un año por cada día que pisaron la tierra pero no
para poseerla, si no para dudar. Un año por cada día de queja, un año por cada
día.
Esa es la
historia.
Eso ocurrió.
No es un cuento, es cómo el pueblo de Israel transformó los tan solo “once
días” para que se convirtieran en los “después de cuarenta años”.
Dios te va a
llevar a reconocer la tierra de tú promesa. Te va a hacer verla, palparla, casi
disfrutarla. Pero te va a pedir que creas. Que mires con “sus” ojos. Que
confíes en sus promesas. Te mostrará la belleza de tus hijos; y que creas. La
hermosura de tu esposa o de tu esposo; y que creas. Que creas cuantas bendiciones
Dios te está dando y cuantas más te dará. Y tiene más. Tu ministerio, y su
pacto contigo. Tus Sueños, y sus promesas.
Pero está
puesto para memoria
“…Un año por
cada día” (Núm. 14:34)
Cuando no
crees. Cuando no hay fe. Cuando no ves lo que Dios te está mostrando, si no
solo lo que ven tus ojos faltos de fe. Los días se transforman en meses, los
meses en años, los años en la vida…
Cada día que
no crees retrasas tu bendición.
Hoy es
tiempo de creer. Es tiempo de tener fe. Tu tierra prometida está más cerca de
lo que piensas.
“Si crees
veras la gloria de Dios” (Juan 11:40)
Oración: Hoy Señor quiero reconocer
mi tierra, pero quiero verla con tus ojos. Hoy quiero ver mi familia, mis
hijos, mi matrimonio, con tus ojos. Ya no quiero quejarme más de mi iglesia, de
mi ciudad, de mi trabajo. Hoy corto la miseria hago pacto contigo y tomo en fe
la tierra que tú has reparado para mí y declaro que “Tus cuerdas me cayeron en
lugares deleitosos, hermosa es la heredad que me ha tocado” (Salmos 16:6) amen.
Con Cariño
pastor Leonardo Blanco (Sauce, Corrientes iglesia Puerta del Cielo)
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