En el Nuevo Testamento Jesús está hablándole a una multitud y pregunta: «¿Por qué se preocupan por la ropa?» (Mateo 6:28). Jesús apela al entorno natural en que enseña, usando la imagen de las flores de los campos. Lo imagino extendiendo el brazo para señalar las flores silvestres mientras habla: « Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?» (v. 28-30).
Jesús contrasta la belleza de las flores con la
opulencia de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Incluso con toda la
riqueza, los ropajes reales de Salomón no pueden compararse con la belleza de
las flores silvestres. El guardarropas del rey no podía siquiera tocar la
trascendental belleza del paisaje del Creador. Y entonces, formula una pregunta
penetrante: «Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es
arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?» (v. 30).
Sea lo que sea que hoy te agobia – una larga
enfermedad, la quiebra, el sufrimiento en la familia, confusión en cuanto a tu
carrera, depresión inexplicable, terrible pérdida – haz una pausa por un
momento y oye estas palabras que el Creador susurra, dirigidas a tu situación:
«No te angusties. Lo he visto. Lo he oído. Confía en Mí. Cree en Mí. Sé lo que
está pasando y Me importas».
Fuente: Liliana y Dante Gebel
Fuente: Liliana y Dante Gebel
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