Y
lloraba yo mucho… (Ap. 5:4)
Cuantas
lágrimas son derramadas.
Cuantos
llantos llevan años.
Cuantas
noches de tristezas por angustias que no se terminan.
Las risas a
nuestro alrededor suenan lejanas y el bullicio es, a veces, un tumulto que no
entendemos.
Dice una
frase:
“Se amable con las personas que se
cruzan en tu camino,
Pues puede que se encuentren librando
batallas que ni siquiera imaginas”
A veces una
sonrisa por fuera, esconde una tristeza por dentro.
Las primeras
palabras de Cristo Jesús luego de la resurrección fueron hacia una mujer (María
Magdalena) en Juan 20:15 “Mujer ¿Por qué lloras?...”
Realmente
hay una respuesta de María al porqué de su llanto. Pero la pregunta de Jesús es
mucho más que un interrogante a ella. Pues es una pregunta que trasciende los
tiempos “¿Por qué lloras?”
Al llorar
ella no podía ver a Jesús.
Jesús, el
mismo que estuvo clavado en la cruz, el mismo que fue puesto en una tumba, el
mismo que había vencido la muerte y que se había levantado triunfante. Era el
mismo que parado junto a ella le preguntaba sobre el porqué de su llanto. El
Cristo de la gloria estaba parado junto a ella y ella no podía verlo.
En Juan
20:15 María lloraba. En Apocalipsis 5:4 el apóstol Juan lloraba.
Pero ¿Porque
lloraba Juan?
El estaba
teniendo una visión del cielo junto al trono sempiterno del rey de los siglos. ¿Cómo
es posible que Juan pudiera estar llorando (mucho)?
La visión de
Juan en Apocalipsis 5 es profética y dice que había unos escritos sellados en
los cielos, los cuales no se podían abrir. Juan estaba ahí en la consumación de
los tiempos teniendo una visión final de la historia, allí donde todo el curso
de la humanidad cobraba sentido frente al trono de Dios, pero aún faltaba algo.
Se tenía que contar el final de la historia pero los libros estaban sellados.
El problema
era que tenían tal sello que nadie los podía abrir. Y al decir nadie quiero
decir NADIE. Ni en el cielo, ni en la tierra, ni aun debajo de la tierra se
encontró alguien digno de abrir los sellos (Ap. 5:4). ¿En la consumación de los
tiempos, podría quedarse algo sin ser consumado? ¿En la culminación de las
edades, podrían ciertas cosas quedar sin ser culminadas? ¿De las preguntas que
jamás tuvieron respuesta, acaso podrían quedar así?...
…Y un ángel
pregonaba a gran voz ¿Hay alguien que sea digno de abrir los sellos? (Ap. 5:2)
…Pero no se
halló nadie (Ap. 5:3)
Y yo (Juan)
lloraba mucho (Ap. 5:4)
“Y uno de
los ancianos me dijo: No llores.”(Ap. 5:5)
Historias
inconclusas. Tiempos no acabados. Preguntas sin respuesta. El ciclo debía
terminar.
Cuánta gente
dice: ¿Quién podrá sanarme? ¿Quién podrá quererme? ¿A quién le podré contar?
¿Quién podrá entenderme?
Secretos
ocultos en libros guardados. Los libros están sellados. ¿Conoce usted esos
libros? No están en vitrinas o estantes, están guardados seguros a resguardo y
en lo más profundo. Son libros que nadie lee y que suelen estar en lo profundo del corazón.
Historias con fechas. La muerte de un ser querido. Un daño hecho que no podemos
olvidar. Una historia que se tapa para no contar. Son libros con historias del
corazón. Son libros difíciles de leer. Son historias que las pastillas no sanan
ni el tiempo los borra. Son libros que están ahí sellados. Son libros que
causan llanto.
Y yo lloraba
mucho (dice Juan), pero el anciano me dijo:”No llores” (Ap. 5:5) Hay uno digno.
No llores porque hay uno que venció. No llores porque hay uno que si puede. No
llores porque hay uno y se llama JESUS.
Y en el cielo se canto un cantico nuevo “Digno
eres Señor, de tomar el libro y abrir los sellos: porque tú fuiste inmolado y
con tu sangre nos has redimido para Dios” (Ap. 5:9)
Con cariño
pastor Leonardo Blanco desde Sauce, Corrientes, Argentina
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