“Y dijo
Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de
Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios vino a Abimelec… y le dijo: He aquí muerto eres” (Gn.20:2-3)
Abraham,
por temor, ya que su esposa era muy hermosa (Gn. 12:11) en la tierra de Gerar dice
una media verdad, que Sara es su hermana, que en cierta forma lo era, solo que
se “olvidó” de decir que Sara en realidad también era su esposa.
¡Cuántas personas se ven envueltas en
mentiras, medias verdades y manipulaciones!
El hijo
de Dios debe moverse en la verdad de Cristo. Alguien dijo: “la mentira te llevará más lejos
de lo que quieras ir, te hará estar mas tiempo del que quieras estar y te hará
pagar más caro de lo que quieras pagar”
Esta
mentira de Abraham llevó a que el rey Abimelec quisiera tomar como esposa suya a
Sara, pensando que esta era soltera. Pero aquella noche, antes de estar con
Sara, Dios se le aparece en sueños y le dice “muerto eres” no la toque es
casada. Abimelec se espanta (y no era para menos) y le devuelve su esposa a
Abraham. Pero lo que me llama la atención es:
¿Qué hacia Abraham esa noche mientras aquel extraño
iba a estar con su esposa? ¿Dónde estaba Abraham? ¿Estaría durmiendo tranquilo?
y ¿Cómo se iba a despertar esa mañana siguiente? De ahí que también me viene al
recuerdo las palabras del Génesis 3:9 “¿Dónde estás tú?” Dios preguntando. Dios
llamando. Dios sacudiendo…
Es la primera
pregunta de la Biblia y la pronuncia Dios, una pregunta que traspasa la eternidad
Dios preguntando al hombre ¿Dónde estás?
Hay un
llamado de parte de Dios ¿Dónde estaba Abraham ese día? ¿Dónde estamos cuando
el enemigo quiere llevar nuestra familia? ¿Dónde estamos y qué estamos haciendo
cuando se quiere llevar nuestros sueños, o cuando arrebata nuestros hijos, o
cuando avanza sobre nuestra ciudad? ¿Dónde estamos?
¿Dónde
estás tú? (Gn.3:9)
¿Sabías
que esa es la primera pregunta de la biblia y la pronuncia Dios?
Pero qué
bueno es que en el nuevo testamento la primera pregunta la pronuncia el hombre,
buscando a su salvador “¿Dónde está el Rey de los judíos?” (Mt.2:2) Es el
hombre, teniendo hambre de Dios, buscando a su salvador clamando ¿Dónde estás
Señor? Dice el salmo “mientras calle se envejecieron mis huesos” (Salmos 32:3)
Hoy es tiempo de clamar al Señor gracias a Dios el Señor salvó a Abraham en su
infinita misericordia. Pero hoy no es tiempo de quedarse de brazos cruzados. Es
tiempo de clamar al Señor. Es tiempo de buscar a Dios como nunca antes. Que no
se lleve tu hogar, que no se lleve tu familia, que no se lleve tus hijos.
Suba tu
clamor como olor fragante delante de su presencia y Dios sin duda alguna responderá
con poder y gloria, lo hace cuando a veces ni si quiera oramos ¡Cuánto mas no
lo hará si buscamos insistentemente su presencia!
Con
cariño pastor Leonardo Blanco de la ciudad de Sauce, Corrientes.
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