jueves, 20 de enero de 2011

LA SALVACION ES GRATUITA,LOS BENEFICIOS DE SER CRISTIANO TIENEN SU PRECIO.



"Él vino caminando por el pasillo sobre sus pequeñas piernas gordas, morenas, con seria determinación en sus ojos. Yo dejé de hablar y la congregación estaba callada, como muerta.

"Me pregunto qué hubiera hecho yo si hubiera estado en la muchedumbre cuando Jesús cayó bajo el peso de la cruz." Él me buscaba de todo corazón a mí. "Por favor, señor, yo quisiera ayudarlo a llevarla". Era un muchacho mexicano de ocho años de edad. Su padre era un minero y su madre una proscrita de la sociedad decente. Yo había estado predicando sobre Simón de Cirene; y cuando pregunté a la audiencia para determinar en sus propios corazones su reacción a esa escena, el pequeño Pedro se acercó a mí.Alcé mi brazo y lloré:

"Sí, y si lo hubieras ayudado a llevar su cruz, los crueles soldados romanos habrían atravesado tu espalda con sus látigos hasta que la sangre corriera hasta tus talones!" Él no retrocedió. Encontrando mi mirada con un fresco valor, dijo a través de sus dientes apretados: "No importa. Yo lo habría ayudado a llevarla lo mismo".

Dos semanas después, al cierre del servicio en el mismo edificio, yo estaba de pie a la puerta y saludaba a las personas cuando salían.Cuando vino Pedro, le di golpecitos afectuosos en la espalda. Él se encogió con un pequeño lamento. "No haga eso, mi espalda está adolorida" Yo estaba de pie asombrado. Apena le había tocado los hombros. Lo llevé al baño y quité la camisa de su cuerpo. Entrecruzados desde su cuello a su cintura había feos ribetes sangrientos.

"Quién te hizo eso?", lloré de enojo. "Mi madre lo hizo. Ella me azotó porque vengo a la iglesia".

"Tomado del Libro Mujer Segura de Sí misma" de Joyce Meyer.
Capitulo 16 Tome partido.


QUE DIOS TE BENDIGA.

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